miércoles, 20 de diciembre de 2023

Encuentros de los Papas con los Alcaldes

 Encuentros de los Papas con los Alcaldes y autoridades similares


1. Encuentros con los Prefectos de Italia

Discurso del 11 de diciembre de 2023 (traducción del suscrito)





Señor Ministro,
Distinguidos Prefectos,

Os saludo cordialmente y os acojo con mucho gusto, pocos días después de la fiesta de vuestro santo patrón, san Ambrosio: él también, aunque en circunstancias históricas diferentes, había sido prefecto, antes de ser llamado de manera inesperada por Dios a ser párroco de la gente de Milán. Y es bien conocida esa frase suya: «Piensas: los tiempos son malos, los tiempos son pesados, los tiempos son difíciles. Vive bien y cambiarás los tiempos." Vive bien y cambiarás los tiempos: ¡hermosa frase! Estas palabras pueden referirse también al contenido de vuestro servicio: garantizar que los habitantes de los lugares que os han sido confiados puedan "vivir bien".
Para llevar a cabo esta tarea actuáis como intermediarios entre el Estado y el territorio, relacionando constantemente el todo con las partes, el centro con las periferias, el bien común con la atención a los individuos. Vuestro papel realiza a nivel institucional esa «capacidad diaria de ampliar el círculo […]» (Encíclica Fratelli tutti, 97), que cada ciudadano, especialmente aquellos que se encuentran en situaciones difíciles, experimenta, en presencia del Estado, la cercanía concreta de la comunidad civil. Por lo tanto, asumís diversos desafíos, como la seguridad y el orden público en un territorio determinado, diversos servicios a las personas y comunidades. Me gustaría centrarme brevemente en tres de estos desafíos: el orden público, las cuestiones medioambientales críticas y la gestión de los flujos migratorios.
El orden público. Éste es el aspecto prioritario y más delicado de vuestro trabajo, porque exige, a menudo en situaciones impredecibles y de emergencia, combinar el respeto de la ley con la atención a lo humano. Legalidad y humanidad juntas, para dar a las disposiciones la necesaria aplicación y al mismo tiempo abordar también con el debido respeto a quienes cometen errores, conciliando la protección de las víctimas con el trato justo de los culpables. A esto se suma la gran responsabilidad que tenéis al afrontar los riesgos que corren a diario los miembros del cuerpo policial, a los que también cuidáis. En el desempeño de vuestro cargo público, puede ser bueno recordar una antigua máxima, que se refiere al orden de la vida personal: "serva ordinem et ordo servabit te", "mantén el orden y el orden te salvará"; él te guardará, él te salvará. Es una afirmación acertada, porque el orden público no puede administrarse sin un orden personal e interno. Pero cuando esto está presente, la responsabilidad por el orden público se percibe como un llamado a crear ese clima de convivencia armoniosa gracias al cual se pueden afrontar y resolver las dificultades. Quisiera decir que la vuestra es una especie de paternidad institucional: ejercida con conciencia y dedicación, no escatima en sacrificios ni noches de insomnio y merece nuestra gratitud.
Segundo punto: cuestiones medioambientales críticas. Vuestro arraigo en los territorios me lleva a esta segunda reflexión: aunque no sean de vuestra competencia directa, los problemas hidrogeológicos son desgraciadamente hoy emergencias frecuentes y afectan a todos; vinculados a fenómenos atmosféricos que deberían ser insólitos y extraordinarios, se han vuelto habituales debido al cambio climático. Hemos sido testigos de esto en los últimos tiempos: pensemos, por nombrar algunos, en los recientes desastres en Emilia Romaña, Toscana y Sicilia. Pero precisamente en esas circunstancias tuvimos la oportunidad de admirar, más allá de controversias estériles, las mejores cualidades del pueblo italiano, que, especialmente en tiempos difíciles, sabe unirse de manera ejemplar, combinando la diligencia de las instituciones con el compromiso. de los ciudadanos. Ustedes han tenido la tarea de gestionar de la mejor manera posible los recursos disponibles y de lograr sinergias entre los operadores públicos y privados. Es importante y urgente, en el presente y en el futuro, unir esfuerzos para proteger, a tiempo y con previsión, nuestra casa común.
Y por último los flujos migratorios, con su delicada gestión a nivel local. Esta tarea tampoco es fácil, porque confía a vuestro cuidado a personas heridas, a personas vulnerables, a menudo a personas perdidas y a quienes han sufrido terribles traumas. Son caras, no números: personas que no pueden simplemente clasificarse, sino que deben ser abrazadas; hermanos y hermanas que necesitan ser liberados de los tentáculos de las organizaciones criminales, capaces de especular sin piedad sobre sus desgracias. Aprendimos sobre los "campos" en algunos países del norte de África, donde quienes quieren venir a Europa son tratados como esclavos, torturados e incluso asesinados. A vosotros se encomienda la ardua tarea de organizar una acogida ordenada para ellos en la zona, basada en la integración y la inserción constructiva en el tejido local. No os podéis quedar solos en esta tarea de apoyarles en sus necesidades esenciales y al mismo tiempo escuchar las aprensiones y tensiones que puedan surgir en los vecinos, así como intervenir con naturalidad cuando se presenten situaciones de desorden y violencia.
Debemos ser cuidadosos. Los migrantes deben ser recibidos, acompañados, promovidos e integrados. Si esto no está ahí, hay peligro; si no existe este camino hacia la integración, hay peligro. Y esto también me hace pensar en otro problema. Los inmigrantes ayudan cuando se adaptan bien. Italia es una tierra donde faltan niños y llegan inmigrantes. Me preocupa el problema de la baja tasa de natalidad aquí en Italia. No tienen hijos. Uno de mis secretarios me contaba que el otro día caminaba por la plaza: se acercó una señora que llevaba un carrito con su niño; va a acariciar al bebé… ¡era un perrito! Los perros pequeños reemplazan a los niños. Pensad sobre esto. La responsabilidad que tienen los italianos de tener hijos para crecer y también de recibir a los inmigrantes como hijos.
Para concluir, os renuevo mi agradecimiento por vuestra visita y por el compromiso que asumís cada día en favor del bien común. Gracias, porque trabajáis por la convivencia pacífica en los muy variados territorios de nuestra Italia, ricos en tradiciones y valores que hablan de cohesión, acogida y solidaridad. Aprovecho para desearos todo lo mejor para las próximas fiestas navideñas: Dios que al encarnarse vino a habitar nuestros espacios, os bendiga, bendiga a las poblaciones y territorios a los que servís. Y no olvidéis orar por mí. Gracias.

El texto original se puede ver en: