lunes, 16 de diciembre de 2024

Encuentros de los Papas con representantes (Directivos y Empleados) de Instituciones Bancarias

 

Encuentros de los Papas con representantes (Directivos y Empleados) de Instituciones Bancarias




Sede de la Fundación Grupo Social en Bogotá. Ilustración por Camilo Organista.

https://lh3.googleusercontent.com/p/AF1QipPffz7itFaMUpQOrorWVWap9UvF8v1miY-I4kLz=s680-w680-h510

 

1.  Encuentro del Papa Francisco con representantes de Instituciones Bancarias Italianas: Banca Etica, Banca di Credito Cooperativo Abruzzi e Molise y Banca di Credito Cooperativo Campania Centro (16 de diciembre de 2024).

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Saludo a todos ustedes, a los Presidentes, a los Consejos de Administración y a los representantes de sus instituciones bancarias. Este encuentro nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre las potencialidades y contradicciones de la economía y las finanzas actuales. La Iglesia ha mostrado una atención particular a las experiencias bancarias a nivel popular, y en muchos casos hombres y mujeres comprometidos en la comunidad eclesial han promovido y dado vida a los Monti di Pietà, a los bancos, a las instituciones de crédito cooperativas, a los bancos rurales. La intención siempre ha sido dar oportunidades a quienes de otra manera no las tenían. Esto es hermoso: abrir la puerta de las oportunidades. ¡Es muy bonito!

En la primera mitad del siglo XV, con el nacimiento de los Montes de Piedad, el franciscanismo había dado cuerpo a una idea importante: la presencia de pobres en la ciudad es signo de una enfermedad social. Y esto es cierto incluso hoy, incluso hoy esto es cierto. Los bancos, los Monti di Pietà y los Monti frumentari han ofrecido créditos a quienes no podían permitírselo y han permitido a muchas familias recuperarse e integrarse en las actividades económicas y sociales de la ciudad.

Entre los siglos XIX y XX, también a raíz de la publicación de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, ocurrió algo similar en el campo italiano. Se ha desarrollado una economía ligada al territorio gracias a la iniciativa de sacerdotes y laicos ilustrados. El crédito bancario ha sido capaz de apoyar muchas actividades económicas, tanto en el campo de la agricultura como en el de la industria y el comercio.

La memoria de estos acontecimientos sirve para leer las contradicciones en las que se encuentra una cierta forma de hacer banca y finanzas en nuestro tiempo. Desafortunadamente, en el mundo globalizado, las finanzas ya no tienen rostro y se han distanciado de la vida de las personas. Cuando el único criterio es el beneficio, tenemos consecuencias negativas para la economía real. Hay multinacionales que trasladan sus actividades a lugares donde es más fácil explotar el trabajo, por ejemplo, poniendo en dificultades a familias y comunidades y cancelando las competencias laborales que se han acumulado durante décadas. Y hay una expresión financiera que corre el riesgo de usar criterios usurarios, cuando favorece a los que ya están garantizados y excluye a los que están en dificultades y necesitarían ser respaldados con crédito. Por último, el riesgo que vemos es la distancia de los territorios. Existe una financiera que recolecta fondos en un lugar y traslada esos recursos a otras áreas con el único propósito de aumentar sus intereses. Así que la gente se siente abandonada y explotada.

Cuando las finanzas pisotean a las personas, fomentan las desigualdades y se alejan de la vida de los territorios, traicionan su propósito. Se convierte, yo diría, en una economía incivilizada: carece de civilización.

Su presencia hoy aquí habla de una diversidad en el mundo económico y bancario. Tienen ustedes diferentes historias y estructuras para responder a las necesidades de las diferentes personas. En efecto, sin sistemas financieros adecuados capaces de incluir y promover la sostenibilidad, no habrá desarrollo humano integral. Las inversiones y el apoyo al trabajo no serían alcanzables sin el papel de intermediario propio de la banca y el crédito, con la transparencia necesaria. Cada vez que la economía y las finanzas tienen repercusiones concretas en los territorios, en la comunidad civil y religiosa, en las familias, es una bendición para todos. Las finanzas son un poco como el "sistema circulatorio", por así decirlo, de la economía: si se detiene en algunos puntos y no circula por todo el cuerpo social, se producen infartos e isquemias que son devastadoras para la propia economía. Las finanzas sanas no degeneran en actitudes usurarias, pura especulación e inversiones que dañan el medio ambiente y fomentan las guerras.

Queridos amigos, las instituciones bancarias tienen grandes responsabilidades para fomentar lógicas inclusivas y apoyar una economía de paz. El Jubileo que se encuentra a nuestras puertas nos recuerda la necesidad de perdonar las deudas. Es la condición para generar esperanza y un futuro en la vida de muchas personas, especialmente de los pobres. Los animo a sembrar confianza. No se cansen de acompañar y mantener alto el nivel de justicia social. Esto es lo que escribió Don Primo Mazzolari (1890-1959): "El peso del día debe repartirse a partes iguales sobre todos los hombros que lo puedan llevar. A esta equidad inicial se llega educando la conciencia – ¡educando la conciencia! – en un profundo y delicado sentido de la responsabilidad social, de modo que eludir la debida contribución de las obras y los esfuerzos por el bien común sea percibido como una vergüenza y juzgado por la opinión pública como una falta de honradez" [Rivoluzione cristiana, a cura di F. De Giorgi, Bologna 2011, 210].

Les deseo que sean portadores de esperanza para muchos que acuden a ustedes tratando de levantarse de momentos difíciles o de relanzar su actividad empresarial. Los bendigo a todos. Bendigo también a sus familias y a sus seres queridos. Y les pido que por favor recen por mí. Gracias.

 

 

Texto original italiano:

https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2024/12/16/1012/02026.html

 

Cari fratelli e sorelle, buongiorno!

Saluto tutti voi, i Presidenti, i Consigli di amministrazione e i rappresentanti dei vostri Istituti bancari. Questo incontro ci dà occasione di riflettere sulle potenzialità e sulle contraddizioni dell’economia e della finanza attuale. La Chiesa ha dimostrato un’attenzione particolare alle esperienze bancarie a livello popolare, e in molti casi uomini e donne impegnati nella comunità ecclesiale hanno promosso e dato vita a Monti di pietà, banche, istituti di credito cooperativo, casse rurali. L’intento è sempre stato quello di dare opportunità a chi altrimenti non ne aveva. È bello questo: aprire la porta delle opportunità. È molto bello!

Nella prima metà del secolo XV, con la nascita dei Monti di pietà, il francescanesimo aveva dato concretezza a un’idea importante: la presenza di poveri in città è segno di una malattia sociale. E questo anche oggi, anche oggi è vero questo. Le banche, i Monti di pietà e i Monti frumentari hanno offerto credito a chi non poteva permetterselo e hanno consentito a molte famiglie di rialzarsi e di integrarsi nelle attività economiche e sociali della città.

Tra Otto e Novecento, anche in seguito alla pubblicazione dell’Enciclica Rerum novarum di Leone XIII, si è realizzato qualcosa di analogo nelle campagne italiane. Si è sviluppata un’economia legata al territorio grazie all’iniziativa di preti e laici illuminati. Il credito bancario ha potuto sostenere tante attività economiche, sia nel campo dell’agricoltura che in quello dell’industria e del commercio.

La memoria di queste vicende serve a leggere le contraddizioni in cui versa un certo modo di fare banca e finanza nel nostro tempo. Purtroppo, nel mondo globalizzato la finanza non ha più un volto e si è distanziata dalla vita della gente. Quando l’unico criterio è il profitto, abbiamo conseguenze negative per l’economia reale. Ci sono multinazionali che spostano attività in luoghi dove è più facile sfruttare il lavoro, per esempio, mettendo in difficoltà famiglie e comunità e annullando competenze lavorative che si sono costruite in decenni. E c’è una finanza che rischia di servirsi di criteri usurai, quando favorisce chi è già garantito ed esclude chi è in difficoltà e avrebbe bisogno di essere sostenuto con il credito. Infine, il rischio che vediamo è la distanza dai territori. C’è una finanza che raccoglie fondi in un luogo e sposta quelle risorse in altre zone con l’unico scopo di aumentare i propri interessi. Così la gente si sente abbandonata e strumentalizzata.

Quando la finanza calpesta le persone, fomenta le disuguaglianze e si allontana dalla vita dei territori, tradisce il suo scopo. Diventa, direi, un’economia incivile: le manca la civiltà.

La vostra presenza qui oggi parla di una diversità nel mondo economico e bancario. Avete storie e strutture differenti per rispondere a bisogni diversi delle persone. In effetti, senza sistemi finanziari adeguati, capaci di includere e di favorire la sostenibilità, non ci sarebbe uno sviluppo umano integrale. Gli investimenti e il sostegno al lavoro non sarebbero realizzabili senza il ruolo di intermediazione tipico delle banche e del credito, con la necessaria trasparenza. Ogni volta che l’economia e la finanza hanno ricadute concrete sui territori, sulla comunità civile e religiosa, sulle famiglie, è una benedizione per tutti. La finanza è un po’ il “sistema circolatorio”, per così dire, dell’economia: se si blocca in alcuni punti e non circola in tutto il corpo sociale, si verificano infarti e ischemie devastanti per l’economia stessa. La finanza sana non degenera in atteggiamenti usurai, in pura speculazione e in investimenti che danneggiano l’ambiente e favoriscono le guerre.

Care amiche, cari amici, gli istituti bancari hanno responsabilità grandi per incoraggiare logiche inclusive e per sostenere un’economia di pace. Il Giubileo alle porte ci ricorda la necessità di rimettere i debiti. È la condizione per generare speranza e futuro nella vita di molta gente, soprattutto dei poveri. Vi incoraggio a seminare fiducia. Non stancatevi di accompagnare e di tenere alto il livello di giustizia sociale. Così scriveva Don Primo Mazzolari: «Il peso del giorno dev’essere equamente ripartito su tutte le spalle che possono portare. A questa iniziale equità si arriva educando la coscienza –  educare la coscienza! – a un profondo e delicato senso di responsabilità sociale, così che il sottrarsi al doveroso contributo di opere e di fatiche per il bene comune, venga avvertito una vergogna e giudicato dall’opinione pubblica una disonestà» [1].

Vi auguro di essere portatori di speranza per molti che si rivolgono a voi cercando di rialzarsi da periodi difficili o per rilanciare la loro attività imprenditoriale. Benedico tutti voi. Benedico anche le vostre famiglie, i vostri cari. E vi chiedo per favore di pregare per me. Grazie.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.